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Servidores según el Sagrado Corazón de Jesús.

El servicio pastoral en la Iglesia es un llamado a vivir la fe de manera activa, entregándonos con generosidad a la misión de evangelizar. Sin embargo, en medio de las múltiples tareas, reuniones y compromisos, es fácil caer en la rutina o el cansancio. Ante esto, surge una pregunta fundamental: ¿desde dónde servimos? ¿Desde nuestras propias fuerzas o desde una relación profunda con Jesucristo?


La clave para un servicio auténtico y fecundo está en la relación con el Señor. No se trata solo de marcar el check list completo de tareas pastorales del mes, con la idea de que hacemos cosas por Dios, sino de hacerlas con Él y en Él. Solo cuando nuestro servicio nace del encuentro personal con Cristo, podemos reflejar su amor y misericordia a los demás. Y en este camino, el Sagrado Corazón de Jesús es nuestra mayor escuela.


El Corazón de Jesús, modelo del servidor

El Corazón de Jesús es el modelo de cada día para renovar nuestra entrega. Su amor es paciente, compasivo y humilde. Jesús mismo nos invita: «Aprendan de mí, que soy manso y humilde de corazón» (Mt 11,29). Como agentes pastorales, necesitamos dejarnos moldear por este Corazón, para que nuestras palabras y acciones reflejen su ternura, verdad y acogida.


En cada gesto de servicio, estamos llamados a imitar a Cristo que lavó los pies de sus discípulos (Jn 13,14-15). No se trata solo de cumplir con las tareas asignadas en la parroquia, sino de hacerlo con un corazón lleno de amor, sin buscar reconocimiento ni recompensas humanas. El verdadero servidor no se centra en sí mismo, sino en quien sirve.


Permanecer en Cristo para dar fruto

Jesús nos recuerda en el Evangelio: «Permanezcan en mí, y yo en ustedes. Como el sarmiento no puede dar fruto por sí mismo si no permanece en la vid, así tampoco ustedes si no permanecen en mí» (Jn 15,4). Muchas veces queremos llevar adelante la pastoral con nuestras propias fuerzas, pero sin una vida de oración, sin sacramentos, sin una relación viva con Jesús, nuestro servicio se vuelve estéril.


Un agente pastoral que ora, que se alimenta de la Eucaristía y que medita la Palabra de Dios, es un servidor que encuentra sentido y alegría en su misión. No se deja vencer por el desánimo ni por las dificultades, porque sabe que no trabaja solo, sino que Cristo es quien obra a través de él.



El peligro del activismo pastoral

Uno de los riesgos en la vida de un servidor es el activismo: estar tan ocupado en las cosas de Dios que se olvida de Dios mismo. Es fácil caer en la trampa de medir la eficacia del servicio en función de la cantidad de actividades realizadas, sin preguntarnos si realmente estamos creciendo en santidad.


El Corazón de Jesús nos llama a servir con profundidad, no con superficialidad. Antes que llenar nuestras agendas con eventos, debemos preguntarnos si estamos dejando espacio para que el Señor nos transforme. Solo desde una vida interior sólida podremos sostener un servicio pastoral que sea testimonio del amor de Cristo.


Ser servidores según el Corazón de Cristo

Si queremos ser servidores según el Sagrado Corazón de Jesús, es fundamental:


  • Poner a Jesucristo en el centro de nuestro servicio. No servimos por costumbre o por presión, sino porque hemos sido llamados por Él.


  • Cuidar nuestra vida espiritual. La oración, los sacramentos y la Palabra de Dios deben ser el alimento que sostiene nuestra misión.


  • Vivir el servicio con amor y humildad. No buscamos protagonismo ni reconocimiento, sino reflejar el Corazón de Cristo.


  • Evitar el cansancio espiritual. Cuando nos sentimos agotados, volvamos al Corazón de Jesús para descansar en su amor.


  • Ser testigos antes que activistas. Más que organizar actividades, estamos llamados a irradiar a Cristo con nuestra vida.



Oración al Sagrado Corazón de Jesús para el servicio pastoral

Señor Jesús, que nos has llamado a servirte en tu Iglesia, haznos servidores según tu Sagrado Corazón. Enséñanos a vivir nuestro servicio con amor, humildad y entrega generosa. Que no busquemos el reconocimiento ni el éxito humano, sino solo tu gloria y la salvación de las almas. Danos un corazón manso y fiel, que arda en celo por tu Reino y encuentre en Ti su descanso y fortaleza. Amén.

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